domingo, 3 de julio de 2011

A 78º aniversario del fallecimiento de Hipólito Yrigoyen…

Hipólito Yrigoyen fue el primer presidente electo por sufragio libre, secreto, universal y obligatorio en 1916 gracias a la implementada «ley Sáenz Peña», tras un proceso de  resistencia radical de negativa de participar de elecciones que no garantizaban la debida transparencia. Fue nuevamente Presidente en 1928, representando a la UCR, un hombre con una gran vocación política y durante sus gobiernos se produjeron hechos históricos para el país.
La llegada del radicalismo al poder fue una gran necesidad civil de decencia contra muchos años de explotación y de fraude, Yrigoyen como presidente implementó tres reformas fundamentales para la Nación: la reforma obrera, donde se elevó el promedio del salario, se redujeron las horas de trabajo, de 10 a 8, se aprobó también el Código del Trabajo que establecía: vacaciones pagas y la protección de los  trabajadores en su relación con los patrones, el descanso dominical; el salario mínimo, y los contratos colectivos de trabajo.
Además, prohibió el desalojo y los aumentos de alquileres; protegió a los indígenas y los radicó legalmente en sus tierras; fomentó la agricultura y la ganadería, otorgando créditos blandos a los productores; apoyó la explotación del petróleo y creó Y.P.F., terminando con los permanentes intentos del monopolio de las empresas extranjeras; impulsó la nacionalización de los ferrocarriles en manos de los ingleses; apoyó la reforma universitaria que encabezaron estudiantes que reclamaban participación en el gobierno de las facultades, junto a profesores y ex alumnos, modernización y actualización de metodología didácticas, profesores y planes de estudios y se oponían a la injerencia eclesiástica en la conducción de la misma.
Estos son los principios y la filosofía del radicalismo, gobernar con sencillez, honestidad, transparencia, respetando el federalismo y con un estricto apego a lo establecido en la constitución, privilegiando el diálogo y la participación de todos los sectores, por un país productivo, donde el reparto de los recursos se haga de manera equitativa garantizando inclusión social.
Todo eso se puede, ya lo hizo Yrigoyen, a pesar de haberle tocado gobernar mientras se desarrollaba la Primera Guerra Mundial.
La figura del caudillo radical trasciende las fronteras del partido y se instala como una figura política y patriótica de todos los argentinos, por las libertades que consiguió a base de esfuerzo y militancia.
Es por eso que hoy, al recordar el 78º aniversario de su fallecimiento, elevamos una plegaria para que el pueblo argentino vuelva a contar con dirigentes que nos permitan soñar con un país en el que todos vivan bien, en paz, sin corrupción escandalosa, sin tener que cambiar su dignidad por un plan, un contrato o una beca. Un país en el que nuestros jóvenes puedan hacer realidad los sueños de una vivienda, de trabajo, de acceso a la educación, un país en el que nuestros jubilados no tengan que esperar que el presidente este de buen humor para darles una aumento miserable después de haber trabajado y aportado toda su vida.
Don Hipólito Yrigoyen, desde sea donde se encuentre nos ilumine para que podamos volver a tener esperanza, en un país libre, democrático y con división de poderes...

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