miércoles, 6 de julio de 2011

Los grandes poetas…

Hoy se conmemora el 97 º aniversario del fallecimiento de Delmira Agustini, poetisa uruguaya…

«Delmira Agustini» fue la más destacada poetisa del Modernismo. Exuberante prestigio para cualquier escritora. Pero no para la crítica de Rubén Darío. El gran maestro la elevó hasta la cúspide de la literatura española. La comparó con Santa Teresa. En Pórtico, Darío la proclama como la única, desde la Santa, en expresarse como mujer.
«Agustini», con el apoyo de su compatriota María Eugenia Vaz Ferreira, abrió las puertas a la poesía femenina. Cierto que tenemos el orgullo de tener sobre pedestales bien merecidos a varias notables escritoras que deleitaron nuestra literatura antes que ella. Pero esta joven uruguaya ignoró las barreras y narró sus sentimientos tal y como los sentía. Inadvertidamente - ¿quizás? - logrando lo imposible, la igualdad del género sin competir con el sexo opuesto.
Fascinación causó en sus lectores, entre los cuales se encontraban los más notables escritores en boga. A pesar de su extremado erotismo no existe una sola desfachatez ni vulgaridad en sus obras. Su forma y expresión poética es considerada a la par con la de los más distinguidos modernistas, los cuales se esforzaban al máximo por alcanzar la perfección. La musicalidad de sus versos también es obra de admiración. Y con respecto a la espiritualidad en la sensualidad, bueno, ahí «Agustini» se encuentra muy aventajada en una clase por sí sola.
Estudios de sus cuadernos prueban el esmero que desarrollaba en la purificación de sus obras. Su diversificación y proliferación también son destacables. Razones por las cuales han habido muchos entendidos en la materia quienes han afirmado que si hubiera tenido la oportunidad de madurar su talento unos escasos años más, hubiese matizado los ensueños de los ángeles.

La Personalidad de Delmira
Hay muchos estudiantes de «Delmira Agustini» que aseguran una doble personalidad. Algunos aclaman que tenía tres. Otros han llegado a la conclusión que durante la redacción de sus composiciones era poseída por algún ser del más allá. Definitivamente se comportaba muy diferente a los sentimientos que desbordaba sobre el papel.
Ofelia Machado, en su formidable estudio publicado en 1944, realizó ciertas entrevistas con personas que tuvieron la dicha de haber tratado con la poetisa. Machado nos relata que todas aquellas personas coincidían en describirla como un modelo ejemplar de la conducta correcta. Seria y a la vez muy amable, respetuosa siendo atenta y cordial, honrada sin ser avariciosa, simpática pero no burlona. Hacia su madre era sumo su respeto y su cariño, dijeron muchos que era tal la obediencia que llegaba al punto de demostrar cierta sumisión.
Con respecto a sus relaciones amorosas, sólo se le conocen dos ocasiones donde definitivamente Cupido acertó sus flechas doradas. La primera terminando antes de empezar. De la cual la poetisa quedo emocionalmente desbastada. Y la segunda con el hombre que sería el amor de su vida y su muerte, Enrique Job Reyes. Con él fue al altar después de un noviazgo de varios años. Terminando ella la unión matrimonial a los veintiún días. Pero no la relación amorosa. El divorcio se desarrollaba en las cortes mientras la pareja continuaba como amantes en citas a escondidas.
Quizás «Delmira» haya sido la mujer más cerebral, y sin duda espiritual, en describir las cosas del amor físico. Sin embargo, basándonos en los estudios de varios autores de gran talento y cierta relación con «Agustini», es muy posible que Reyes haya sido el único hombre en su vida. No fue por falta de pretendientes, dicen que además de ser muy bonita y tiposa demostraba una gracia en su porte que deslumbraba a los hombres. Y eso es sin tocar el tema de la elocuencia o la narración. El Uruguay, mucho antes del resto del mundo, ya aceptaba el divorcio y el respeto hacia la mujer como persona. Y la familia, a pesar de ser conservadora, era adoración lo que tenían con «La Nena». No existía nada externo a su persona que le impidiera actuar de la forma que ella quisiera.
Durante el tiempo que duro el divorcio, como ya mencionamos, se siguió viendo con su ex-esposo. También demostró una pasión mucho más avanzada en sus cartas personales y algunos de sus poemas, con cierto descontrol pero no vulgaridad y mucho menos desfachatez. Se le notó un recelo, no común antes de su matrimonio, hacia su correspondencia que era toda su vida privada. Aun así, no se ha confirmado ninguna cita indiscreta excepto a las que acudía con Reyes. Estamos seguros que si hubiera sucedido, la prensa lo hubiera encontrado y divulgado.
Dicen que redactaba de noche, a la luz de una vela. O en el parque, al que gustaba ir de paseo. Según los comentarios del hermano, que Machado nos proporciona, también cuando tocaba el piano. Era común verla parar de tocar para escribir apresurada un verso o un poema entero.

Amor
Lo soñé impetuoso,  formidable y ardiente;
hablaba el impreciso lenguaje del torrente;
era un mar desbordado de locura y de fuego,
rodando por la vida como un eterno riego.
Luego soñélo triste, como un gran sol poniente
que dobla ante la noche la cabeza de fuego;
después rió, y en su boca tan tierna como un ruego,
soñaba sus cristales el alma de la fuente.

Y hoy sueño que es vibrante y suave y riente y triste,
que todas las tinieblas y todo el iris viste,
que, frágil como un ídolo y eterno como Dios,

sobre la vida toda su majestad levanta:
y el beso cae ardiendo a perfumar su planta
en una flor de fuego deshojada por dos....

Anillo
Raro anillo que clarea,
Raro anillo que sombrea
Una profunda amatista.
Crepúsculo vespertino

Que en tu matinal platino
Engarzó espléndido artista.
El porvenir es de miedo...
¿Será tu destino un dedo

De tempestad o de calma?
Para clararte y sombrearte,
¡Si yo pudiera glisarte
En un dedo de mi alma!...

Con tu retrato
Yo no sé si mis ojos o mis manos
encendieron la vida en tu retrato;
nubes humanas, rayos sobrehumanos,
todo tu Yo de Emperador innato

amanece a mis ojos, en mis manos.
¡Por eso, toda en llamas, yo desato
cabellos y alma para tu retrato,
y me abro en flor!... Entonces, soberanos

de la sombra y la luz, tus ojos graves
dicen grandezas que yo sé y tú sabes...
y te dejo morir... Queda en mis manos

una gran mancha lívida y sombría...
¡Y renaces en mi melancolía
formado de astros fríos y lejanos!

Cuentas de fuego
Cerrar la puerta cómplice con rumor de caricia,
deshojar hacia el mal el lirio de una veste...
-La seda es un pecado, el desnudo es celeste;
y es un cuerpo mullido, un diván de delicia.-

Abrir brazos...así todo ser es alado;
o una cálida lira dulcemente rendida
de canto y de silencio...más tarde, en el helado
más allá de un espejo, como un lago inclinado
ver la olímpica bestia que elabora la vida...

Amor rojo, amor mío;
sangre de mundos y rumor de cielos...
¡Tú me los des, Dios mío!

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