sábado, 30 de julio de 2011

Cuando un robo se convierte en arte...

El ladrón de arte de Noah Charney, un libro para recomendar…

La alarma suena dos veces durante la noche en la «Iglesia de Santa Giuliana de Roma. El párroco acude de inmediato al oír la sirena y, en las dos ocasiones, no aprecia nada anormal. Cree que todo se debe a un fallo en el sistema y cruza la plaza hacia su domicilio tratando de dormir de una vez. Por la mañana, no obstante, un magnífico «retablo de Caravaggio», que presidía el altar mayor, ha desaparecido...
En París, la directora de la «Sociedad Malevich», Genevieve Delacloche destinada a conservar el patrimonio del pintor ruso Kasimir Malevich, se estremece al descubrir que la obra más importante del autor ha sido robada de la cámara acorazada que tenían en el sótano. El cuadro era «Blanco sobre blanco», es decir, una pintura totalmente blanca pero considerada el tesoro artístico más importante de la sociedad y de la que el pintor había hecho varias obras, iguales pero distintas.
En la «National Gallery» de Londres alguien consigue sustraer una de las obras «Blanco sobre blanco», recién adquirida y todavía en el departamento de conservación. El robo se produce de manera limpia, magistral y muy ingeniosa.
En los tres países, investigadores expertos en Arte se enfrentan a una auténtica «obra de arte» por la pulcritud con que se han sustraído las piezas y las escasas pistas, además de lo inverosímil y complicado de algunas de ellas.
Componiendo las piezas de este rompecabezas se encuentran los inspectores Jean-Paul Bizot, de la Policía Parisina, y Harry Wickenden, de la Metropolitan Police británica. Lo que parecía una serie de robos sin conexión forma parte de un plan monumental. Manipulaciones, pistas falsas y acertijos conducen hasta una fabulosa conspiración.
Las pesquisas se convierten en un thiller sembrado de contratiempos y excelentes revelaciones en cuánto al mundo del Arte y su entorno.

Datos del autor
Noah Charney, es licenciado en Historia de Arte por The Cortauld Institute y Cambridge University, fundador de ARCA (Association for Research into Crimes against Art / Asociación para la investigación de delitos contra el arte), una entidad que reúne a un grupo de expertos sin fines lucrativos dedicado a la investigación de las infracciones contra el patrimonio artístico. También colabora como experto en prensa, radio y televisiones de reconocido prestigio como la BBC.
A su vez, Charney es autor de numerosos artículos y de una colección de ensayos: (Art & Crime: Exploring the Dark Side of the Art World); además de un best-seller, traducido a 17 idiomas, publicado en español por Seix Barral: «El ladrón de arte». Ha sido profesor visitante en Yale University y actualmente enseña en The American University de Roma.
Trabaja como asesor en delitos contra el arte para museos de todo el mundo y para el FBI, Scotland Yard y los Carabinieri.
Vive en Italia con su mujer.

Comentario personal
Realmente, encuentro apasionante el mundo del arte y sobre todo lo que se puede llegar a ver en una obra pictórica. Además, considero que el robo de piezas artísticas también es historia del Arte. Y aunque lo parezca, no es un contrasentido, ya que la sustracción de cuadros y otros objetos constituye, para muchos expertos, una forma atípica de medir el valor de creaciones estéticas en un mercado singular.
Aunque en gran medida las desapariciones de obras de arte en galerías, museos y templos tienen como destino su turbia reventa en círculos restringidos, y en menor proporción, pero significativa proviene de encargos realizados directamente para la contemplación privada de lo sustraído.
Ese aspecto morboso del coleccionista privado que traspasa las líneas éticas para encargar el robo de una obra de arte, es la parte central de esta novela de Noah Charney, «El ladrón de arte», que ha sido traducida a algo más de 17 idiomas, ha alcanzado gran éxito entre los lectores, según lo que he leído.
Hace unos días y ante ciertas ausencias reiteradas de internet, por el servidor local, he revuelto mi biblioteca en búsqueda de algo para leer o releer. Y fue allí donde encontré «El ladrón de arte», y como pude comprobar al ver su primera hoja, era uno de los tantos libros que me regalan mis hijos, éste me lo había obsequiado mi hija Sabrina para mi último cumpleaños. Y aunque parezca insólito tanto familiares como amigos como conocer mi pasión por la lectura, habitualmente me obsequian libros, y como a veces se juntan tantos en determinadas fechas, van ha parar a mi biblioteca, y paulatinamente los voy leyendo, aunque en algunos casos algún que otro libro parece esconderse o es reacomodado y en ves de estar en los estantes de pendientes, aparecen en el de ya leídos… 
Bueno…, perdón por irme por las ramas, cuando lo encontré y dado mi apasionamiento por el arte y principalmente por la historia del arte, aunque tan sólo soy un mero aficionado, prácticamente en un par de días lo termine de leer. 
Desde ya, me ha encantado la trama, aunque no me he parado a comprobar algunos hechos, pero según lo que he leído sobre el autor y sus conocimientos sobre la historia del arte, creo que deben estar más que contrastados.
En líneas generales, estamos ante una muy buena novela. Es la primera que he leído Noah Charney, sería excesivamente justo afirmar que, en el marco de esa clásica estructura literaria que agrupa los capítulos en planteamiento, nudo y desenlace, el primero de ellos se extienda llamativamente, aunque personalmente, me encanta cuando los autores, desarrollan hasta el último de los detalles, porque eso me permite ver como en tercera dimensión, las descripciones de lugares y personajes.
El envolvente relato de las tres sustracciones, el Caravaggio de la Iglesia de Santa Giuliana y los Malevich de la Sociedad el mismo nombre, en París, y de la National Gallery de Londres, constituye una amena e pero intensa introducción que forma parte integrante de la trama misma.
Sobre todo, la formidable inclusión de dos conferencias sobre el robo de obras de arte en sendos encuentros científicos, pronunciadas por uno de los protagonistas, es uno de los éxitos del texto de Charney. Las intervenciones, muestras sutiles de la capacidad de mezclar métodos detectivescos de investigación, historia del arte y psicología de delincuentes y coleccionistas, constituyen de por si sólo, un ensayo perfectamente separable de la trama, pero en este caso perfectamente integrado en la novela.
A su vez, «El ladrón de arte» presenta una galería de personajes peculiares, en general bien trazados: la directora de la Sociedad Malevich, la de la National Gallery, el ya citado experto en robos o incluso un subastador de Christie’s lleno de recursos verbales, si bien dos de ellos se nos presentan con la mejor tradición humana y profesional de los inspectores más clásicos del género negro. Me refiero a los investigadores Bizot y Wickenden, que desde París y Londres, respectivamente, actúan en paralelo en una trama que permite poner de largo su mejor perspicacia y no pocas habilidades para el detalle. Si los rasgos del primero son presentados a lo largo de no pocos almuerzos con el rico coleccionista que no sólo le convida y con el que mantiene una sólida amistad, sino que le proporciona valioso asesoramiento artístico, el segundo aparece bien retratado en las conversaciones con una mujer paciente ante sus manías de viejo sabueso maniático.
Desde las primeras páginas, ese óleo sobre tela «Composición suprematista, blanco sobre blanco», la obra de Malevich que hace girar el argumento, es una inteligente metáfora sobre la capacidad de crear arte sobre el propio arte, sobre el valor que se otorga a las cosas y la importancia de no sólo mirar, sino observar detenidamente.
En este caso, construir una novela interesante en la que trama y personajes son sólidos.
«El ladrón de arte» una intriga fascinante de un complot en el cual alguien hacia desaparecer Blanco sobre blanco de Kasimir Malevich, te envuelve e interesa.

Se los recomiendo…!

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