sábado, 18 de junio de 2011

Un nuevo libro para recomendar…


«Deudas pendientes» de Antonio Jiménez Barca

«Deudas pendientes», es la primera novela de Antonio Jiménez Barca. Se nota de entrada que su acercamiento al género es sin complejos, no hay una rebuscada originalidad de puesta al día de arquetipos, ni guiños eruditos, ni sofisticadas intrigas templarías. Sólo, esa natural sencillez de las buenas historias que van construyendo una atmósfera a través de los reveses y glorias de los personajes, arropados estos por el decorado argumental de unos entornos comunes que les cede todo el protagonismo.
Pablo Esteban, protagonista de esta novela, es la imagen de tantos jóvenes que a pesar de su gran potencial y preparación, se ven aprisionados en un presente renqueante. Abogado de una asesoría en desbandada se dedica a cobrar antiguas deudas visitando a los morosos para presionarlos y conseguir reflotar la empresa en la que trabaja. En uno de esos recorridos se reencuentra fugazmente con Trendy, su amigo de la adolescencia que no había visto desde entonces. Ese breve encuentro será seguido a la mañana siguiente por la visita del inspector Antonio Roche que le anuncia que su antiguo amigo ha sido asesinado de un navajazo.
Los recuerdos que afloran van pergeñando a un grupo de adolescentes de un mismo barrio confrontados a las habituales peripecias en las que cada uno va definiendo su lugar en el grupo. Después, aunque no deja de haber sorpresas que son las que depara la vida y las circunstancias, esos roles se repetirán en la «sociedad adulta». No falta la historia de amor no correspondido, que a esas edades deja huellas que parecen indelebles, ni el prototipo del rebelde sin causa que acaba inevitablemente mal, pero sobre todo no falta la historia de amistad eterna de la que solo son capaces los jóvenes y a la que fatídicamente el paso de los años le impone fecha de caducidad.
Sobre la base de un compendio psicológico de relaciones interpersonales, el autor nos lleva de la mano por una historia entrañable de reencuentros, vidas truncadas, amores adolescentes, y especulación inmobiliaria. La intriga en sí tiene poco enjundia pero hace de hilo conductor para conocer la historia de los personajes, y te introduce lentamente y precisamente, en un estado de sorpresa permanente, cumpliendo perfectamente su función de «macguffin».
En el conjunto resalta como una buena «primera novela», escrita con mucha economía de artificios prosísticos y carpintería, que no cae ni en lo pretencioso, ni en lo rebuscado y que logra trasmitir los sentimientos a los que alude: melancolía por un tiempo pasado de amistad, romanticismo, e inocencia, contrastados con un presente de engaños, drama y egoísmo. Todo ello servido en una historia que se tiene en pie y que no abusa de la linealidad narrativa.
Trataré de ser lo más claro posible, la recibí con cierto recelo y la comencé a leerla con el mismo sentimiento, pero me atrapo por su sencillez argumental pero que te introduce, como lo dijera anteriormente, en un estado de sorpresa permanente, por eso con expectativa espero ver muy pronto la segunda de este autor.
Porque si de alguna cosa esta necesitado el género negro en estos momentos es de autores con personalidad propia que puedan continuar el renuevo de las, aún muy activas, generaciones anteriores.
Y, en mi humilde parecer, Antonio Jiménez Barca puede en muy poco tiempo, ser uno de ellos.

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