miércoles, 22 de febrero de 2012

En el 73 aniversario de la muerte de Antonio Machado, nada mejor que sus poemas…

Poeta español nacido en Sevilla en 1875 y fallecido en Collioure, Francia, en 1939.
Doctor en Filosofía y letras, fue catedrático de francés en los Institutos de Soria, Segovia, Baeza y Madrid. En 1927 fue elegido Académico de la Real Española, cuyo discurso de ingreso no pronunció nunca.Es considerado como uno de los grandes poetas de la lengua castellana. Su vasta obra poética se caracteriza por la sencillez y precisión en el lenguaje. Le cantó a la tierra, al mar, a los olivos, y en diversos tonos a la gloria del amor. En su poesía se refleja la visión dolida de su patria y la recreación de la belleza que encierran las pequeñas cosas. Entre sus obras publicadas se destacan «Soledades, galerías y otros poemas» en 1903, «Campos de Castilla» en 1912, «Nuevas canciones» en 1925 y «La guerra» en 1938.

Crepúsculo
Caminé hacia la tarde de verano
para quemar, tras el azul del monte,
la mirra amarga de un amor lejano
en el ancho flamígero horizonte.
Roja nostalgia el corazón sentía,
sueños bermejos, que en el alma brotan
de lo inmenso inconsciente,
cual de región caótica y sombría
donde ígneos astros, como nubes, flotan,
informes, en un cielo lactescente.
Caminé hacia el crepúsculo glorioso,
congoja del estío, evocadora
del infinito ritmo misterios0
de olvidada locura triunfadora.
De locura adormida, la primera
que al alma llega y que del alma huye,
y la sola que torna en su carrera
si la agria ola del ayer refluye.
La soledad, la musa que el misterio
revela al alma en sílabas preciosas
cual notas de recóndito salterio,
los primeros fantasmas de la mente
me devolvió, a la hora en que pudiera,
caída sobre la ávida pradera
o sobre el seco matorral salvaje,
un ascua del crepúsculo fulgente,
tornar en humo el árido paisaje.
Y la inmensa teoría
de gestos victoriosos
de la tarde rompía
los cárdenos nublados congojosos.
Y muda caminaba
en polvo y sol envuelta, sobre el llano,
y en confuso tropel, mientras quemaba
sus inciensos de púrpura el verano.

Desde el umbral de un sueño....
Desde el umbral de un sueño me llamaron...
Era la buena voz, la voz querida.

-Dime: ¿vendrás conmigo a ver el alma?....
Llegó a mi corazón una caricia.

-Contigo siempre....Y avancé en mi sueño
por una larga, escueta galería,
sintiendo el roce de la veste pura
y el palpitar suave de la mano amiga.

He andado muchos caminos...
He andado muchos caminos
he abierto muchas veredas;
he navegado en cien mares
y atracado en cien riberas.

En todas partes he visto
caravanas de tristeza,
soberbios y melancólicos
borrachos de sombra negra.

Y pedantones al paño
que miran, callan y piensan
que saben, porque no beben
el vino de las tabernas.

Mala gente que camina
y va apestando la tierra...

Y en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan,
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.

Nunca, si llegan a un sitio
preguntan a donde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
a lomos de mula vieja.

Y no conocen la prisa
ni aún en los días de fiesta.
Donde hay vino, beben vino,
donde no hay vino, agua fresca.

Son buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan,
y un día como tantos,
descansan bajo la tierra.

Caminante no hay camino
Extracto de Proverbios y cantares (XXIX)
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.

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