jueves, 11 de agosto de 2011

De la ficción utópica a la ficción distópica del Kirchnerismo….

Ayer, entre lágrimas, Cristina Fernández Kirchner encabezó su acto de cierre de campaña en el Teatro Coliseo. Apelando en todo momento a la emoción, al luto y al recuerdo de su marido, el ex presidente Kirchner, como un hombre al que «le estalló el corazón» por defenderla. Indicó que fue la Presidente que «más turbulencias internas y externas  enfrentó»  y cerró el acto con música de Fito Páez.
El concepto «utopía» designa la proyección humana de un mundo idealizado que se presenta como alternativo al mundo realmente existente, ejerciendo así una crítica sobre éste. El término fue concebido por Tomás Moro en su obra «Dē Optimo Rēpūblicae Statu dēque Nova Insula Ūtopia», donde «Utopía» es el nombre dado a una comunidad ficticia cuya organización política, económica y cultural contrasta en numerosos aspectos con las sociedades humanas contemporáneas a Tomás Moro.
Una «distopía», llamada también «antiutopía», es una «utopía» perversa donde la realidad transcurre en términos opuestos a los de una sociedad ideal. El término fue acuñado como antónimo de «utopía» y se usa principalmente para hacer referencia a una sociedad ficticia, frecuentemente emplazada en el futuro cercano, donde las consecuencias de la manipulación y el adoctrinamiento masivo, generalmente a cargo de un Estado autoritario o totalitario, llevan al control absoluto, condicionamiento o exterminio de sus miembros bajo una fachada de benevolencia.
De acuerdo al «Oxford English Dictionary», el término fue acuñado a finales del siglo XIX por John Stuart Mill, quien también empleaba el sinónimo creado por Bentham  «cacotopía», al mismo tiempo. Ambas palabras se basaron en el término «utopía» acuñada por Tomás Moro como «ou-topía» o «lugar que no existe», normalmente descrito en términos de una sociedad perfecta o ideal. De ahí, entonces, se deriva «distopía» como una «utopía negativa» donde la realidad transcurre en términos antitéticos a los de una sociedad ideal. Comúnmente, la diferencia entre «utopía» y «distopía» depende del punto de vista del autor de la obra o, en algunos casos, de la percepción del propio lector, que juzgue el contexto descrito como deseable o indeseable.
Ahora, la «ficción utópica», es la creación de un mundo ideal, mejor definido como utopía para su uso en novelas, en cambio la «ficción distópica» es lo opuesto, creando un mundo de pesadillas y temores, igualmente referenciado como «distopía».
Volviendo con Cristina Fernández Kirchner, como dijera ella encabezó en el Teatro Coliseo de la Ciudad de Buenos Aires el cierre de su campaña para las elecciones primarias que se realizarán en todo el país el próximo 14 de agosto.
En seguida de un breve discurso de su compañero de fórmula, Amado Boudou, la primera mandataria salió a escena para recordar, en primer lugar, que el 22 de abril de 2003 su esposo, Néstor Kirchner, había elegido el mismo escenario para hacer su cierre de campaña.
«Él, cuando estuvo acá, soñaba esa Argentina que tenemos hoy. Yo, en esa oportunidad, no vine aquí. Yo me ponía muy nerviosa cuando él hablaba. Él era el único hombre que lograba ponerme nerviosa. Siempre. Hasta el último día», comentó.
Para luego proseguir, con: «Siempre soñó con ser gobernador, y después empezó a soñar con la Presidencia… Y por eso hoy quise estar aquí, en el Coliseo, donde él soñó con esta Argentina que tenemos ante nosotros y en la que él tuvo un rol fundante».
Apelando a la emoción, nuevamente vestida de negro, el famoso luto eterno, parte de un plan reeleccionista sistemático y detallado. La viudez de Cristina es un mito en ascenso. O «un luto de lujo», como publico el diario O Globo, de Brasil. Agregando: «La presidenta presenta esa imagen compungida como una de las formas de conmover al electorado argentino, ya que se postula para octubre». Rematando la nota hablando de la altura de los tacos, y los aros vistosos, las pulseras en los dos brazos, los anillos de piedras preciosas, un collar de perlas gigantes y el tradicional maquillaje cargado. «Un luto de lujo. Un espanto».
El recuerdo a su marido fue una constante durante su discurso, que duró casi 40 minutos. «Ese hombre tenía un corazón tan grande que no le entró en el cuerpo, que estalló por defenderme a mí», dijo. 
«El fin justifica los medios» frase que representa al maquiavelismo y quiere significar que gobernantes y otros poderes han de estar por encima de la ética y la moral dominante para conseguir sus objetivos o llevar a cabo sus planes.
Posteriormente, y al fin, al hablar de su proyecto para el futuro, la mandataria le indicó a los militantes presentes en el acto: «En este momento tan particular que estoy atravesando, de inmensa serenidad y mucha firmeza, quiero decirles que cuenten conmigo para lo que resta hacer en esta Argentina, que es profundizar las políticas de inclusión y seguir con el proceso de reindustrialización».
Tal como lo vino haciendo durante sus últimos discursos, la mandataria comparó la fortaleza económica de la Argentina con las crisis que se viven en otros países e hizo hincapié en la militancia joven en contraste con la situación que se vive en las calles de Chile. 
Olvidándose, quizás sin darse cuenta, de los constantes cortes de calles, por un sin número de reclamos, las tomas de tierras en la Ciudad de Buenos Aires, no hace mucho, y las actuales en Jujuy y Salta. Y ni que hablar de los constantes reclamos de los pueblos originales, mal llamados pueblos indígenas.
Pero al igual que en el año 2009, después de la derrota electoral del Kirchnerismo, volvió ha realizar un gesto de apertura, ya que Cristina Kirchner llamó a dejar de lado «los odios y los enfrentamientos», algo que dijo haber aprendido durante su gestión.
«No al odio, no al mensaje de asustar al otro, no al mensaje de comerle la cabeza a la gente con malas y feas cosas. La gente necesita dirigentes que le lleven optimismo», describió. 
Como en el 2009 y siguiendo la  frase que siempre utilizaba Néstor Kirchner, la política sólo es posible en tanto se logre identificar a un enemigo público, frase que no pertenece al ex - presidente y, sin embargo, él siempre la adoptaba como propia.
Dicha frase pertenece a Carl Schmitt, el pensador nazi que parece inspirar los actos de gobierno del Kirchnerismo. Schmitt sostiene que la diferencia «nosotros-ellos» es un elemento que, al mismo tiempo que cohesiona al grupo, contribuye a distinguirlo del otro. Todos sabemos fehacientemente  que el «nosotros-ellos» es la frase de cabecera del actual gobierno.
Así que la frase de Cristina: «Quiero ser la presidenta de la unidad de todos los argentinos», es más una «distopía», que una «utopía».
Cristina Kirchner estuvo acompañada por su compañero de fórmula, Amado Boudou, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández; los ministros de Trabajo, Carlos Tomada; de Desarrollo Social, Alicia Kirchner; de Agricultura Julián Domínguez; de Interior, Florencio Randazzo; de Planificación Federal, Julio De Vido; de Justicia, Julio Alak; el secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli y el secretario Legal y Técnico, Carlos Zanini.
También estuvieron algunos gobernadores que adhieren a su conducción, candidatos a cargos legislativos de todo el país y distintas agrupaciones de militantes, entre ellos «La Cámpora».
Antes de retirarse con la música de Fito Páez y Vicentico, la mandataria se comparó con los pilotos de Aerolíneas Argentinas e ironizó: «No sé si no les gano... No creo que nadie haya pasado las turbulencias internas, externas, subterráneas, aéreas que pasó esta Presidente. Y aquí estamos, de pie, con la fuerza que me dan los trabajadores»
Siempre ironizando y menos mal que «Quería ser la presidenta de la unidad de todos los argentinos».

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